domingo, 10 de abril de 2011

3º Agua de Mar.

No se pueden dar reglas generales acerca del agua de mar utilizada en el amasado de hormigones. En muchos casos se ha empleado con éxito para estructuras de hormigón armado, a pesar de su alto contenido en sulfatos.

La Instrucción españla EHE admite su empleo para hormigón en masa, previniendo acerca de la posible aparición de manchas (eflorescencias producidas por la cristalización de sales) y de la probable caída de resistencia, que puede cifrarse en un 15 por 100 aproximadamente.

El contenido medio en cloruro sódico del agua de mar es del orden de 25 gramos por litro (es decir, unos 15 gramos por litro de ión cloro), lo que la coloca dentro del límite admisible para hormigón en masa y abiertamente fuera para hormigón armado. Las restantes sales están constituidas fundamentalmente por sulfatos magnésico, cálcico y potásico, con contenidos del orden de 1,50; 1,25 y 1,00 gramos por litro respectivamente, lo que da un total de ión SO4 próximo a los 3 g/l. Estos contenidos bastarían para calificar al agua como perjudicial, pero por una serie de razones de índole química (véase punto b del apartado 5.7-3.°) su agresividad real es mucho menor de la que tendría un agua no marina con sulfatos o cloruros en análogas proporciones.

La presencia de algas en el agua no debe admitirse, ya que impiden la adherencia árido- pasta, provocando posteriormente multitud de poros en el hormigón.

El amasado con agua de mar suele ser especialmente perjudicial cuando el hormigón va a estar en contacto con agua de mar. Por ello es norma de buena práctica amasar siempre con agua dulce los hormigones destinados a obras marítimas. En particular, los cementos aluminosos, que resisten bien el agua de mar, no deben ser amasados jamás con agua de mar, la cual puede provocar, aparte de otros perjuicios, un fraguado relámpago.

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