a) Cuanto mayor sea el tamaño del árido, menos agua se necesitará para conseguir la consistencia deseada, ya que la superficie específica de los áridos (superficie que hay que mojar) será más pequeña. Como consecuencia, podrá reducirse la cantidad de cemento, resultando más económico el hormigón para la misma resistencia.
Conviene, por lo tanto, emplear el mayor tamaño posible de árido, siempre que sea compatible con las exigencias de puesta en obra. Éstas imponen que el tamaño máximo del árido no exceda del menor de los dos límites siguientes, según la Instrucción española:
1.° La cuarta parte de la anchura, espesor o dimensión mínima de la pieza entre encofrados;
o la tercera parte si se encofra por una sola cara o se trata de elementos prefabricados en taller; o los dos quintos en el caso de losas superiores de forjados.
o la tercera parte si se encofra por una sola cara o se trata de elementos prefabricados en taller; o los dos quintos en el caso de losas superiores de forjados.
2.° Los cuatro quintos de la distancia horizontal libre entre barras que no formen grupo o entre datos y el encofrado, en el caso de barras horizontales o inclinadas a menos de 45° respecto a la horizontal; o los cinco cuartos, en el caso de barras verticales o inclinadas a más de 45° respecto a la horizontal.
Por otra parte, tamaños superiores a 40 mm no siempre conducen a mejoras de resistencia, porque con áridos muy gruesos disminuye en exceso la superficie adherente y se crean discontinuidades importantes dentro de la masa, especialmente si ésta es rica en cemento.
En la tabla 3.4 se indican los valores del tamaño máximo del árido que pueden recomendarse para los distintos tipos de obras.
TABLA 3.4
VALORES RECOMENDADOS PARA EL TAMAÑO MÁXIMO DEL ÁRIDO
VALORES RECOMENDADOS PARA EL TAMAÑO MÁXIMO DEL ÁRIDO
b) Se llama coeficiente de forma del árido grueso a la relación entre el volumen de n granos de dicho árido, y el correspondiente a n esferas cuyos diámetros sean las mayores dimensiones de cada uno de los granos (Norma UNE 7.238).
Los áridos que presentan formas laminares o aciculares (lajas y agujas) son inadecuados para la obtención de hormigones con buenas resistencias y, además, necesitan cantidades excesivas de cemento. La Instrucción española preconiza que el coeficiente de forma no debe ser inferior a 0,20.
Para hormigones de buena calidad, el coeficiente de forma puede ser tan importante o más que la composición granulométrica del árido total. Por ello, algunos autores precisan más y consideran, como valor mínimo del coeficiente de forma, 0,25 para áridos de tamaños 12,5 a 25 mm y, por el contrario, admiten hasta 0,15 para tamaños de 25 a 50 mm.
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